La Fiesta de la Virgen de Fátima marca el día en que la aparición de la Virgen María se apareció a tres niños pastores en la región de Fátima, Portugal. Desde entonces, hace más de 100 años, los fieles católicos han visitado el sitio para rezar por la humanidad a través de rosarios y súplicas a la Virgen.
En la catedral del Santo Nombre de Jesús en Raleigh, decenas de personas se reunieron para rendir homenaje a la Virgen de Fátima y consagrarse a ella para glorificarla a ella y a su hijo, Jesús.
Miembros del grupo, Comunidad Mariana de Catedral, mujeres vestidas de blanco y hombres vestidos de blanco y negro lideraron en el altar el rezo del Santo Rosario. Todos llevaban máscaras según los protocolos de prevención del COVID-19 y la intención principal de sus oraciones al iniciar el rezo del Rosario fue pedir por el fin de la Pandemia, como sugirió el Papa Francisco durante el mes de mayo.
Al comienzo de la Santa Misa, el padre Juan Andrés Arturo González felicitó a la comunidad de la Catedral de Mariana por sus esfuerzos de un año para dirigir las oraciones del Santo Rosario y a todos los que asistieron para mostrar amor y devoción a la Santísima Virgen.
Durante el evangelio, el padre Juan Andrés destacó que cuando María dijo: “He aquí, soy la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra,” se revela Dios. “Nos consagramos a María para reconocer la presencia de Jesús en nuestras vidas”, enfatizó el padre Juan Andrés quien también dijo que cada fiesta en honor a la Santa Madre María es una oportunidad para acercarnos a Jesús.
Los miembros de la Comunidad Mariana de Catedral también obsequiaron a los asistentes a la ceremonia una estampa con la imagen de la Virgen de Fátima como recordatorio de su consagración. Al cierre de la Misa en un momento emotivo, el padre Juan Andrés pidió a los asistentes que levantaran sus rosarios e imágenes para bendecirlos en una sola oración y así consagrar a todos en el nombre de la Virgen de Fátima.